"...he reconstruido el ojo de Horus después de que se hubo apagado...". El libro de los muertos

viernes, 29 de octubre de 2010

Por esperar

Esperar… 
Esperar a que el tiempo pase, a que algo ocurra. Imaginando como sería todo si empezáramos a vivir.
Tomamos esos instantes que llamamos respiros para hacer de nuestros sueños una vida, dejando volar la imaginación pensando en algo, o sin pensar, sencillamente llenando nuestros pulmones de oxígeno nuevo, frío y renovador.
Cuando el tiempo se detiene para nosotros, cuando sentimos muy adentro que nada tiene sentido, que tal vez no merece la pena luchar, que no encajamos, que es posible que no formemos parte de nada, una ráfaga de viento hace que volvamos la cabeza a un lado y miremos como nada se para, como todo continúa como una rueda molino en su ciclo natural.
Es posible que la desidia nos convierta en seres desprendidos y solitarios, que tan sólo el calor de un cigarrillo encendido sea lo que caliente nuestras manos en las noches de invierno, pero si miramos con atención vemos que estamos hechos de la misma pasta que el resto.
¿Qué es lo que nos distingue tanto a unos y otros? ¿Qué es lo que hace la mirada de unos sólida y firme y el paso de otros efímero y fugaz? Ese famoso “¿quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos?”
¿A dónde vamos a parar después de todo? ¿Habrá merecido la pena? ¿Debemos ser  estrellas fugaces o astros solares?
Un solo instante puede ser la clave, un momento, un segundo, exhalar el humo del cigarro, empañar de vaho un cristal y escribir un “te quiero”. Esos pequeños segundos robados al tiempo en los que dejamos de correr y le damos al stop del reloj que dirige nuestras vidas para hacernos poseedores de ellas, para tomar nuestras herramientas de trabajo y entender que son esos efímeros instantes que se nos escapan de entre los dedos los que merece la pena vivir, los que dan sentido a nuestros días, los que dirigen nuestra conducta, los que alimentan los sueños.
Por esperar, por confiar en que el mar acabara amansando, la tormenta irá amainando, las lágrimas secarán y la mirada se perderá en otras miradas, en otras sonrisas y una vida entera por esperar esos instantes habrá merecido la pena.
N. Pérez

(Por esperar al instante indicado, con la luz adecuada, con la pose perfecta. Por conseguir robar esos instantes de magia a las personas y abrirlos para todos. Por regalarnos trazos de sueños con tus fotos… Gracias Lago)



miércoles, 27 de octubre de 2010

La luz entre las sombras


Mirar al frente y ver sin ver o fascinarse con la magia que generan las manos de lo que podría pasar por un simple prestidigitador... Un rincón, el tono de la luz, los ojos que miran, una gruta que se abre para que podamos traspasar altos e infranqueables muros




La eterna promesa, dulce compañera que no nos abandona, la que enciende la mecha y nos deja ver una luz donde sólo había tinieblas, donde la frustración y la ceguera no nos dejaban ver más que puertas cerradas, ausencia de oportunidades, caos.




Cuando miramos bien, cuando no estamos completamente solos, tal vez por una mano amiga, por una perspectiva complementaria que nos enseña por dónde entra el oxígeno que nos ha mantenido con vida sin apenas darnos cuenta, o la simple casualidad que levanta nuestra mirada para enseñarnos la ventana natural que se abre para nosotros donde no cabría imaginar, cuando menos lo esperamos.
N. Pérez