No puedes desviarte y fingir que sigues en el camino, girar
a izquierda o derecha y querer creer que el sendero recto sigue fijo bajo tus
pies.
El trazado es tu elección y no han de dolerte las piedras
que vendrán porque, ¿qué nos espera tras la colina? Ni tú, ni yo lo sabemos.
Tan sólo sigue un dictado: el del ficticio libre albedrío,
porque, ¿no es cierto que al final siempre volamos en círculo alrededor de
nuestra presa?